lunes, 28 de enero de 2013

“El reto de la prensa cubana: Continuar aprendiendo del Maestro”



Desde pequeña, y ya suman 23 años, he escuchado y aprendido del Apóstol, el Héroe Nacional de Cuba, nuestro José Martí.

Nació en la calle de Paula, en hogar humilde, de progenitores dignos. Bebió de fuentes caudalosas, forjadoras de educación y cultura inagotables. Se consagró a Cuba, a nuestra América y a la humanidad.

Una vida dedicada al sacrificio, a favor de las causas justas, con los pobres y humildes de la tierra. Una existencia, marcada por su extraordinaria capacidad intelectual, amplio sentido ético y originalidad literaria enraizada en la inigualable manera de hacer periodismo. Oficio que convirtió en el instrumento idóneo para mover sentimientos, crear conciencias, y proveer de los más disímiles conocimientos a heterogéneos públicos.

Una profesión, cuya práctica además de reportarle gran placer, propició maduración espiritual y carnal. Entendida como la manera adecuada para comunicar, informar, y especialmente estimular enardecidos debates, provocadores de polémica, sí, porque “la vida del periodismo es la polémica” y “la prensa no es aprobación bondadosa o ira insultante; es proposición, estudio, examen y consejo”.

Hoy, cuando celebramos los 160 años del nacimiento martiano, las nuevas generaciones de reporteros, entendemos indispensable el ejercicio en aras de reflejar la realidad social que asume en la información su razón fundamental e implica el empeño de dirigirse a los demás y a la sociedad.

Pero, es evidente no existen mejores palabras para recoger explícitamente la función social de un periodista, sino las de quien dedicó admirablemente la mayor parte de su vida a este modesto menester: “No es oficio de la prensa, informar ligera y frívolamente sobre los hechos que acaecen, o censurarlos con mayor suma de afecto o adhesión. Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, dirigir; tócale examinar los conflictos, no irritarlos con un juicio apasionado, no encarnizarlos con un alarde de adhesión tal vez extemporánea; tócale proponer soluciones, madurarlas y hacerlas fáciles, someterlas a consulta (…); tócale en fin, establecer y fundamentar enseñanzas, si pretende que el país la respete, y que conforme a sus servicios y merecimientos, la proteja y la honre”.

Sean estas palabras oportunas, para continuar aprendiendo del talento inagotable de aquel ser humano que nos legó su palabra aguda y pluma punzante.

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